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Una frase que destruye tres puntos de vista

Primero, hablemos de las tres perspectivas respectivamente: visión del mundo, visión de la vida y valores.

Y la frase más hiriente: Tengo dinero, estoy dispuesto.

Esta frase parece comprensible, pero como persona, además de la supervivencia básica, a la vida también se le debe dar algún valor y significado. Este también es un tema que todos deben considerar.

Tengo dinero y estoy dispuesto, y los demás no tienen derecho a cuestionarme o acusarme. Sin embargo, cada uno de nosotros no es un individuo en la sociedad y tiene responsabilidades y obligaciones para con los individuos, las familias y los colectivos sociales. El tamaño de la capacidad corresponde al tamaño de la responsabilidad. No importa cuán alto sea su estatus o cuánta riqueza tenga, debe tener un concepto y un enfoque correctos al ejercer el poder y controlar la riqueza.

No puedes actuar imprudentemente con tus propios gustos, disgustos o deseos egoístas. En la vida, cada papilla y comida se la quitan a los demás. Es correcto tomar menos y pagar a los demás más. No es aconsejable utilizar la unción del pueblo para satisfacer los propios deseos extravagantes.

En tercer lugar, los humanos o los animales deben cumplir las correspondientes reglas de supervivencia cuando existan en este mundo. Como persona emocional, también debemos respetar los principios del ser humano. Como mínimo, debes respetar a los demás y no confiar en tu fuerza para pisotear la vida y los derechos de otras personas.

Respetar la ley y observar la ética. Es un eufemismo decir que soy rico y me gustaría parecer muy lógico, pero en realidad soy egoísta, de mente estrecha, falto de integridad, incluso matón y temeroso de los fuertes e irresponsables. Las personas deben tener un reino mientras viven, pretender que el universo está vivo en sus corazones y contribuir a los demás y a la sociedad. Sólo así la vida puede ser valiosa y significativa.

¡El Buda solía decir que el Dharma no tiene límites! Este budismo es en realidad moralidad. Sólo cuando tengas esta moralidad en tu corazón podrás decir que tengo lo que quiero. Si no, ¡no digas tonterías!