Los niños son demasiado traviesos y no me escuchan, y no me escuchan cuando les digo. Cuando educo a mis hijos, mi marido se enoja y me regaña delante de la gente de su pueblo.
Los niños no saben qué hacer ni cómo comportarse, por eso necesitan de padres como mentores que los guíen por el camino correcto y sigan avanzando.
La hiedra debe estar trepando por la pared. Si insistes en ello, no será tan recto como un árbol, y si insistes en él, no podrá producir manzanas, peras ni sandías.
Los padres también deben educar a sus hijos según sus especialidades y aficiones. Las travesuras de un niño pueden estar influenciadas por el entorno externo o puede que lo mimen demasiado. Educar a los niños es una ciencia y requiere métodos. Algunos niños son traviesos y otros aburridos, lo cual tiene mucho que ver con la genética. Así que espero que puedan consultar las experiencias de otros padres y, si es posible, acudir a asesoramiento psicológico para aprender métodos.