Cuando el Titanic se hundió, ¿algún japonés hizo algo sucio y vivió avergonzado?
Había más de 2.000 personas a bordo, entre ellas muchas mujeres y niños. Inmediatamente después llegó la noticia de que el barco había chocado contra un iceberg. En fin, triste. La mayoría de la gente murió aquí y sólo 705 personas sobrevivieron. Estos supervivientes no se sintieron afortunados, sino que vivieron con vergüenza y arrepentimiento. Este enorme desastre dejó una profunda huella en la historia porque no fue un desastre común y corriente. Lo que vemos en este desastre es la naturaleza humana, miles de años de civilización y su conciencia interior. Cuando no había lugar para el rescate en el barco, el capitán ordenó resueltamente a las mujeres y a los niños que salieran primero, mientras los otros hombres adultos permanecían en cubierta sin esperanzas, esperando que solo murieran.
Su nombre es Hino y es japonés. Ante esta situación, se sorprendió. Vio que la gente en cubierta no estaba entrando en pánico, sino que estaba muy tranquila, esperando que llegara esta muerte. Observaron cómo mujeres y niños eran trasladados uno por uno a los botes salvavidas. Hino sabía exactamente a lo que se enfrentaba y el momento de la muerte permaneció en su mente. Al principio pensó en esperar a morir con estos hombres y dejar más oportunidades a sus hijos. Pero entonces la tripulación del bote salvavidas gritó y él empezó a vacilar. La tripulación gritó, quedaban dos asientos. En ese momento, los demás se mostraron indiferentes, pero él dejó por completo de lado su propio honor y dignidad. Luego hizo algo extremadamente despreciable.
Pronto, se vistió, sí, se vistió de mujer. Como quiso, subió al bote salvavidas y sobrevivió. Perdió su autoestima. Después de regresar a Japón, la vida se volvió difícil. Todos lo vilipendiaron y perdió su trabajo. Se enfrentará a más humillaciones y abusos. Sólo hay dos palabras para el resto de su vida: "Vergüenza".