La publicidad olímpica se lastimó un músculo mientras corría y luego su padre lo ayudó a cruzar la línea de meta. ¿Cómo se llama el jugador?
Jim Raymond estaba sentado en las gradas, esperando con ansias el sueño de su hijo de llegar a la final olímpica. Padre e hijo nunca se han separado en un partido importante.
Tras la primera curva, Raymond controlaba bien su potencia, pero una caída le distraía. ¿Qué pasó? ¿De dónde viene el sonido? Se dijo a sí mismo que debía concentrarse y recuperar el ritmo, pero sucedió algo terrible. Le dolía tanto la pierna izquierda que ya no podía correr. Su rostro estaba torcido por el dolor. Se detuvo lentamente, con la cabeza hundida entre las manos. Los otros siete corredores ya corrían muy por delante. Estaba claro que su partido había terminado, pero su perseverancia interior le frenó con buena pierna. Cuando levantó la cabeza y vio que los demás corredores habían terminado toda la carrera, supo que había sido completamente derrotado, pero la terquedad restante le permitió persistir y terminar la carrera. "Todo por lo que trabajé se acabó. Odiaba a todos, al mundo, a mis tendones y todo. Tenía dolor. Me lesioné de nuevo. Me dije que tenía que terminar. Cuando faltaban 100 metros, sentí una mano. En mi hombro. Ese era mi viejo padre. Con 70.000 espectadores mirando y vitoreando, Jim Raymond llegó a la pista y levantó los brazos mientras sostenía a su hijo en alto. Antes de la línea de meta, Jim soltó a su hijo, dio un paso atrás y vio a su hijo cruzar la línea de meta. Esta fue la actuación de 400 metros más lenta en la historia olímpica. Padre e hijo abandonaron juntos la pasarela y se dirigieron al camerino. Derek sigue llorando y su padre lo consuela. Fue su último gran encuentro de atletismo.