Mientras corro, sólo el sonido del viento permanece en mis oídos
Ese día conocí a alguien con opiniones diferentes y me deprimí tanto que me fui a casa y derramé lágrimas para desahogar mi ira. Pero tan pronto como sonó la señal de trabajo, los preparativos se pusieron inmediatamente en pleno apogeo. Poco a poco, el estado de ánimo deprimente se fue desvaneciendo. Ahora que lo pienso, ya no puedo dañar mi hígado.
Resulta que no hay espinas en el camino a seguir, pero cuando corremos, el viento secará nuestras lágrimas, y el único sonido que quedará en nuestros oídos.
El ritmo de trabajo es rápido y hay muchas cosas que hacer cada día. Hace un tiempo, el despertador para madrugar todos los días eran las cinco, para así estar cada día más relajado. Date tiempo para leer, pensar y organizar tu trabajo en silencio.
Hoy en día, cuando sientes que tu ritmo te resulta incómodo y no puedes seguir el ritmo, toca volver a correr. Cuando corremos, dejamos atrás las dificultades.
Hoy en día lo que necesito para crecer es mi capacidad profesional. Es necesario complementar los conocimientos profesionales, consolidar las capacidades docentes y mejorar la capacidad de educar a las personas. Si quieres superarte, mejora tus calificaciones y horizontes académicos. Nunca abandones el inglés y preocúpate por el país.
Recuerda la dirección y corre con fuerza.