Música en vivo para cine mudo
Para reproducir películas mudas casi siempre se requiere música en vivo. El 28 de diciembre de 1895, en el estreno de la película de Lumière en París, estuvo el primer pianista en vivo. Desde el principio, la gente siempre ha creído que la música es indispensable y muy importante para crear el ambiente o cultivar las emociones del público; muchos teatros de pueblos pequeños o zonas residenciales cuentan con pianistas. A partir de la década de 1910, muchas grandes ciudades empezaron a tener músicos de viento u orquestas enteras. Una gran cantidad de instrumentos de viento y afinadores dramáticos pueden estimular eficazmente las emociones del público.
Las partituras de películas mudas eran en su mayoría improvisadas. Pero cuando la exhibición de largometrajes se volvió algo común, se unió la música del cine mudo, interpretada por luthiers, orquestadores, directores y los propios teatros. En 1915, cuando Griffith hizo su histórica producción "El nacimiento de una nación", casi toda la música fue escrita por J.C. Beale; desde entonces, se han producido cada vez más partituras originales y escritas especialmente para la película.
En el auge del cine mudo, la producción cinematográfica era la industria que empleaba al mayor número de músicos (al menos en Estados Unidos). La llegada del cine sonoro, sumada a la Gran Recesión, dañó gravemente sus medios de vida.
La industria cinematográfica de muchos países está intentando utilizar otros métodos para incorporar sonido a las películas. En Brasil, las primeras películas presentaban actuaciones a capella, minióperas o cantantes de fondo cantando junto con sincronizaciones labiales. En Japón, además de los efectos de sonido en vivo, las películas también cuentan con benshi (Benshi), que brindan doblaje y comentarios in situ para la película. Benshi se convirtió en un elemento importante del cine japonés y también proporcionó traducciones de películas extranjeras (principalmente estadounidenses). Su popularidad fue una de las razones por las que las películas mudas seguían siendo populares en Japón hasta la década de 1930. Compositores como Carl Davis se especializaron en partituras orquestales para películas mudas.