Mi madre lleva 10 años de la mano de su hija con parálisis cerebral y la acompaña al colegio. ¿Qué la hace tan persistente?
Es la responsabilidad y el amor de una madre por su hija lo que la mantiene adelante. Jia Ling era un bebé prematuro, nació a los 6 meses, pesaba sólo 1,5 kilogramos y padecía parálisis cerebral. Dar a luz a un niño así es sin duda un gran desastre para todas las familias. Pero a los padres de Jia Ling no les desagradaba su cuerpo. En cambio, comenzaron a recaudar gastos médicos para la cirugía de la niña desde el momento en que nació. Cuando su hija tenía 7 años, los dos finalmente lograron recaudar el dinero para la cirugía y la realizaron. Después de la operación, el estado de mi hija mejoró mucho. Ya no babea, puede caminar lentamente y tiene cierta capacidad para cuidarse sola.
La pareja estaba muy feliz, pero todavía estaban preocupados por la condición de su hija. Habían estado estudiando con su hija desde que estaba en la escuela primaria. Excepto cuando un familiar murió, nunca habían dejado que su hija faltara. una clase. No se detuvo ni siquiera después de la secundaria. Los compañeros de la escuela también simpatizaban con ellos, los entendían mucho y no los miraban de manera diferente.
Jia Ling está muy agradecida por los esfuerzos de su madre y recuerda cada uno de sus movimientos. Sabía que debido a su cuerpo, su madre había perdido el entretenimiento y la vida. Debido a esto, Jia Ling espera poder independizarse lo antes posible y ser admitida en la carrera de música. Si no logra ser admitida, aprenderá un oficio que le permitirá ganarse la vida y vivir por su cuenta a partir de ahora.
En este mundo, la gente corriente está cansada de ser corriente, pero no sabe que muchas personas han soñado innumerables veces con tener una vida así de corriente. Odian su discapacidad, odian las miradas extrañas que los rodean y odian haberse convertido en una carga para sus padres. Sin embargo, odiar no puede cambiarlo todo, al igual que Jialing. Lo único que pueden esperar es poder mantenerse a sí mismos y ya no ser una carga para los demás. La vida ordinaria de los demás requiere diez y cien veces de esfuerzo para lograrlo. No hay duda de que son desafortunados, pero también tienen suerte, suerte de tener familiares que nunca se dan por vencidos con ellos.