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En la escuela, muchas cosas son opuestas: profesores y alumnos, descanso y clase, felicidad y exámenes.
Como todos sabemos, cuando conocemos a un profesor le diremos "buen profesor" con una sonrisa. Esto se hace por cortesía y es un hábito que desarrollamos a lo largo de nuestra larga vida como estudiantes, incluso cuando nos enfrentamos a los profesores que más odiamos. Es una pena que no estemos por respeto al maestro, sino más bien por una relación antagónica entre el gato y el ratón. Los maestros quieren que lleguemos a la escuela a tiempo, cumplamos con la disciplina y estudiemos mucho, por eso idean un conjunto de métodos efectivos para mantenerla. Queremos ser libres, felices y respetados, por eso hacemos todo lo posible para lograrlo; nuestras metas. De esta manera, la maestra y todos entramos en una miserable maratón. Es duro y agotador para todos, pero debemos continuar. En tales competiciones, los profesores pierden gradualmente el amor por los estudiantes y nosotros poco a poco perdemos el respeto por los profesores.
Mi padre es profesor y puedo obtener de él la experiencia más intuitiva. Sin embargo, después de que entré a la escuela secundaria, un director me hizo pensar en la verdad.
Una tarde estaba viendo una serie de televisión en casa. Mi papá regresó de una reunión en la Oficina de Educación y le pidió a mi mamá que lo ayudara a cocinar. Esto nos sorprendió porque mi padre no regresaba de todas las reuniones...