Colección completa de cuentos rurales e-book txt
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El sol poniente recupera el último rayo de sol. Las nubes rotas en el cielo occidental se han desvanecido del brillo carmesí, como una niña tímida escondida en el abrazo de la noche. Detrás del pueblo, en los campos de trigo al lado de la calle del medio, hay gente disfrutando del clima fresco después de las comidas.
Los niños nadaban con las piernas desnudas como peces entre la multitud, gritando, gritando y maldiciendo, mientras sus pechos subían y bajaban rápidamente. El sudor le corría por la frente. La pequeña sudadera que llevaba en el cuerpo estaba cubierta de polvo amarillo.
El verano pasado, los campos de trigo eran ruidosos y embriagadores. El hombre encendió la brillante lámpara de gas y se reunió alrededor, gritando sobre jugar a las cartas. Un hombre que perdió dinero abrió mucho los ojos, maldijo a su madre y, ocasionalmente, regañó a los holgazanes que hacían comentarios al azar. Las mujeres olvidaron sus resentimientos habituales, abrieron sus dos bocas de fuelle y hablaron íntimamente sobre asuntos triviales del pueblo. Una risa ensordecedora brotaba de la garganta de vez en cuando, asustando a los mosquitos e insectos que robaban sangre humana para volar inconscientemente. Cuyo perro ladra como un eco, claro y fuerte.
Nuestros antepasados transmiten esta escena tranquila y despreocupada de generación en generación. La gente la disfruta y prueba la diversión infinita de la vida.
Sin embargo, estos días, el aire de los campos de trigo parece haber perdido la vida...